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1 de marzo de 2015

Siempre me han gustado las fotos.

Desde que nací he estado rodeada de cámaras. Literalmente. 

Ahora ya es algo más normal pero por aquel entonces, en los últimos años del siglo XX, no era nada común. Aún predominaba lo analógico y se estaban empezando a comercializar, a un alto precio, cámaras para aficionados del mundillo. 

Con una de ellas, panasonic creo que era, se grabaron mis primeros pasos y cumpleaños. Y puede que sea por eso que hoy día, aunque sigo enamorada de captar los momentos, no me guste eso de ser yo la protagonista de fotos y audiovisuales. 

Cuando tenía cinco años me regalaron mi primera cámara, analógica, por supuesto. Era una especie de polaroid, no de la misma marca pero sí igual en el mecanismo. Sacabas una foto y al poco tiempo salía "impresa" en papel. Lo cogías, soplabas un poco y aparecía la instantánea que acababas de tomar. Todavía conservo alguna por ahí. Qué recuerdos. 

Más adelante, cuando ya tenía ocho años, saqué la que mi madre llama "mi primera foto bien encuadrada". Esta instantánea fue una especie de regalo que le hice sin querer ya que fue la tomé mientras celebraba su cumpleaños. Fue con su cámara réflex, analógica también, y que no me dejaba usar mucho, todo hay que decirlo. Aunque también es verdad que era bastante caro revelar un rollo y más de uno estaba lleno de mis desastres de fotos. Qué sorpresas se llevó mi madre. 

Después, por fin llegó la "era digital" y, como no, a casa tenía que llegar tal avance. Desde entonces no dejaron de pasar por nuestras manos una retahíla de cámaras compactas. ¡5 megapíxeles, qué pasada! 

Hasta que un día, cuando ya tenía catorce años, decidí empezar a ahorrar, influenciada por gente que me decía "lo de las fotos está muy guay", para algún día poder tener una réflex digital. Hasta que, al año siguiente seguía, ya por propia voluntad, queriéndola. Así que un día de diciembre, el mismo en que me iban a quitar un cordal, mi madre vio una "súperoferta" en un catálogo y no me dejó casi ni pensar pero mi ilusión era tal que cogí mis ahorros de muchos años, incluso los años anteriores de querer la cámara, y me la compré. Sin más. 

Luego, volviendo a casa, con mil ganas de abrir ya mi preciosa y adorada cámara dice mi madre "si no tiene para hacer vídeo la devolvemos". Yo, tomándola por loca, le dije algo así como que me daba igual que yo sólo la quería para hacer fotos. Ilusa de mi. 

Reconozco que las primeras veces la utilicé en automático, si es que no tenía ni idea de cómo hacerlo en manual. Sin embargo, esto se solucionó rápidamente porque menos de un mes después de haber obtenido la cámara ya estaba haciendo un cursillo de fotografía digital, y fin del problema del postureo. 

Más tarde, teníamos que hacer vídeos para clase y claro, mi cámara, que al final sí podía hacer vídeos, era el punto de mira en cualquier grupo de trabajo en el que estuviese. Esto supuso un punto de inflexión. Pasé de no saber qué estudiar a ser una completa apasionada de los medios audiovisuales.

Desde entonces y hasta ahora no he parado de hacer vídeos, más malos que buenos (hay que seguir diciéndolo todo). Tampoco me he despegado por completo de la fotografía, me sigue encantando, pero no le dedico todo el tiempo que me gustaría. Aún así, cuando puedo me llevo la cámara conmigo y disparo. Mis mejores presas las dejo en mi flickr. Son fotos raras pero son fotos que me encantan y de las que estoy completamente enamorada. Es así. El hecho de recrear y transmitir sensaciones me encanta, me enamora. 

Hoy en día sigo usando la misma cámara. Ya está desfasada pero sigue siendo mi niña pequeña y mimada. También tuve que renovar mi flickr por no querer pasarme a yahoo. En fin. En mi nuevo flickr hay poquitas fotos pero las que están representan muy muy bien mi yo de ahora. 


Echa un vistazo a mis fotos: https://www.flickr.com/photos/128624347@N08/
Echa un vistazo a mis vídeos: https://www.youtube.com/loadingforevervip


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