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27 de diciembre de 2015

AWESOMENESS

No ha sido un mal año. De hecho, diría que ha sido increíble. Eso sí, ha habido de todo.

2015 ha sido un año diferente y especial, con pérdidas pero también con muchas ganancias. He ganado en recuerdos. Muchísimos. Buenos momentos que serán difícilmente olvidados. 

Empezó de una forma un tanto amarga. No paraba de suspender el dichoso examen de conducir. En medio de esto: prácticas. Benditos carnavales en los que, el hecho de no parar de trabajar, me sirvió para poder desconectar de mis problemas. Me lo pasé en grande y pude conocer mucho más del mundillo en el que trato de meterme y también a mis compañeros. 

Tras esto, vinieron muchas cosas juntas. La semana antes de semana santa fue como un tornado: con todo lo bueno y, por supuesto, todo lo malo. Terminar los exámenes, que ella se fuera, recibir las notas, aprobar el carné de conducir y participar por primera vez en un certamen de cortos exprés. 

Y cómo no, con ella se fue parte de mi. Las siguientes semanas no fueron fáciles pero de nuevo, el hecho de centrarme en un trabajo que me fascina enormemente, me ayudó a salir adelante. 

Por fin, primer cortometraje terminado, con un enorme esfuerzo detrás y demasiadas funciones a mis espaldas. Trabajar en una de las salas sinfónicas más grandes de la isla me impuso mucho. Estaba apunto de comenzar un gran verano pero antes tocó iniciar las uniones que marcarían los próximos meses. 

En vacaciones siempre hay tiempo de todo, hasta de aburrirse. Y no voy a negar que este verano me aburrí porque fue así, pero mentiría si dijera que no lo disfruté. 

Vinieron a casa las de siempre, qué placer estar con ellas. Estudié un poco de inglés para sacar un 9,7 en el B1 (What a surprise!). Además, colarme en el rodaje de un corto, como misceláneas se podría decir, hizo que cambiara mi manera de ver eso de "hacer cine".

El primer viaje, al igual que el año anterior, fue genial. Tenerife siempre me deja con buenas sensaciones. Eso sí, los amigos de aquí se siguen dejando ver allí, y qué capacidad de descubrirnos pero, sobretodo, de dormir menos que nada. Quién me iba a decir a mi en ese momento que iba a pisar esta isla varias veces más en lo que quedaba de año y que eso del sueño era una utopía. 

El segundo viaje fue a ser, pero se quedó en nada. Fue mi cumple, no fue un gran evento ya que no me gusta preparar nada, ni pretendo que sea un día super especial. Algo que me alegró enormemente es que llegó mi querido ordenador y no por ser materialista, que también, sino porque ahora puedo llevar a cabo mi trabajo de forma eficaz y no tengo que pelearme con mi antiguo PC. 

El real segundo viaje fue un descubrimiento. Comprar billetes para uno, dos días antes de partir y con tres ciudades en mente. Esos 21 días fueron otro mundo. 

La primera semana la pasé en familia, que siempre viene bien. Aprendí a defenderme en un país en el que no hablan mi idioma ni yo el de ellos. Bueno, yo sólo sabía decir "no te entiendo" y lo que sirvió. 

La segunda fue la aventura. Una semana sola en una ciudad, durmiendo en una habitación con desconocidos. La bicicleta, el negri, el tren de alta velocidad y la lluvia fueron mis amigos. 

La tercera semana, ya con ganas de regresar, tocó visitar otra ciudad que me fascinaría y a la que hoy día quiero ir a vivir. Aunque mayoritariamente sola, esta ciudad estuvo marcada por mis primos y por mi gran apoyo. 

Seguidamente tocó llegar a casa. Unos días de soledad también me aguardaban en mi hogar. Sin embargo, sirvieron para cogerme una gran borrachera e ir a ver amanecer. ¡Eso sí que fue saludar de nuevo a Las Palmas y a mis amigos! 

Entre gente y gente apareció gente guay y especial. Comenzaron las clases. Nuevos retos y nuevas aventuras eminentemente prácticas. 

Durante algunas semanas fue tradición eso de los jueves, aunque llegó a serlo también viernes y sábados. Bar, asadero, marcha... ¿qué más da? 

De cosas ocultas sin mi conciencia pasamos a hablar en lengua de signos. Porque nuestros secretos se dicen delante de todo el mundo. Ellos no se enteran. Porque poder llevarte a alguien a pasear y escupir movidas en cualquier momento lo necesita todo el mundo pero no siempre lo tenemos. Yo sólo espero poder conservarlo. 

En medio de toda esta marabunta de cosas pasó lo que nunca esperé. Ser seleccionada por mis compañeros para ir a rodar un documental 
a la isla vecina. Si es que nos teníamos que volver a ver. Entre una cosa y otra: rodaje para intentar salir en otro documental muy experimental de esos.

Ahora sí, Tenerife fue indescriptible. De esta experiencia sólo puedo sacar cosas positivas. Empezando por "los cinco", un grandísimo equipo de trabajo y de fiesta en el que conjugábamos a la perfección. A ellos se les añade el resto de compañeros de los otros equipos y del festival. Yo, cómo no, recuerdo con más cariño a los montadores, que juntos nos pasábamos noches en vela. Eso sí que fue no dormir. Es un placer saber que tus futuros compañeros de profesión son tan geniales. 

Luego vuelves a casa y ¡BUM! Te da la realidad en la cara. Aunque antes de eso hubo un día muy raro de Festival del Manga. En fin, hay cosas que pasan porque tienen que pasar pero que nos ayudan a tomar determinaciones. 

Continúa el trabajo intenso de noviembre que casi no me dejó respirar. Otro documental y dirigir corto. Corto sale mal y hay que volver a rodar. Un finde "libre" del que no recuerdo lo que pasó. Vuelta a rodar. Sigo conociendo más a mi gente que siempre está cerca pero que no los sientes hasta que los ves. 

El último mes se inició con más proyectos y más fiestas. Juraría que este es el mes en que más veces me he emborrachado de mi vida. Desde dormir en en campo, hasta en casas ajenas o, por qué no, en una escalera. Tener que sacar adelante una obra de teatro es uno de los retos actuales, al igual que llevar a cabo mi primer corto íntegramente escrito, dirigido y montado por servidora (esto impone demasiado). 

Pero, cómo no, antes de acabar el año tenía que llegar otro golpe de realidad. Por ahora sólo puedo decir que me quedan horas de espera en hospitales y centros de salud. Todo va a estar bien, estoy segura. 

Así que, a unos días de que el quince llegue a su fin, sólo he de dar las gracias a las personas que lo han hecho posible. 

Los que siempre han estado y últimamente más. 
Los que han llegado y ya se están yendo. 
Los que acaban de llegar y seguro que estarán un rato más. 

Pero, sobretodo, por los que se han ido, sin quererlo, últimamente. A ellos, muy pronto les daré mi regalo. 

¡GRACIAS!